En nombre de Dios y de la dignidad humana,
¡no más violencia contra las mujeres!
25 de junio de 2018
Los compañeros de sociopolítica Luis, Iñaki, Javier, Ramón, Rosa y Martín queremos compartir con todos, el comunicado del Departamento.
A lo largo de los últimos meses, en el Departamento diocesano de formación
sociopolítica hemos reflexionado el tema de la violencia contra las mujeres como una de
las realidades sangrantes de nuestra sociedad que atenta contra la dignidad y es
incompatible con la Buena Noticia del Evangelio. Hemos contrastado nuestra experiencia
con la opinión de los distintos actores políticos y sociales que en Burgos inciden sobre
esta realidad. Queremos ahora compartir con toda la Iglesia diocesana nuestra visión y
posicionamiento.
Esta violencia contra las mujeres existe, también en Burgos, en sus diversas
manifestaciones: física, sexual, psicológica, económica, social, trata… En el seno de
nuestra propia Iglesia acogemos a no pocas mujeres maltratadas (que con frecuencia
buscan ayuda en acogidas parroquiales, en centros de Cáritas, en programas de
congregaciones religiosas). Con tristeza y vergüenza reconocemos que algunos
maltratadores también se llaman cristianos: por eso sentimos la responsabilidad de
abordar esta situación.
Uniéndonos a las palabras del papa Francisco (Amoris laetitia 54), queremos dejar clara
nuestra denuncia de “la vergonzosa violencia que a veces se ejerce sobre las mujeres, el
maltrato familiar y distintas formas de esclavitud que no constituyen una muestra de
fuerza masculina sino una cobarde degradación”. Con frecuencia no se trata de hechos
aislados, sino de una actitud fuertemente arraigada, porque “la historia lleva las huellas de
los excesos de las culturas patriarcales, donde la mujer era considerada de segunda
clase”. No es admisible ninguna forma de abuso o agresión hacia las mujeres, y para esto
no valen excusas: “Hay quienes consideran que muchos problemas actuales han ocurrido
a partir de la emancipación de la mujer. Pero este argumento no es válido, es una
falsedad, no es verdad. Es una forma de machismo”. Como Iglesia diocesana queremos
mostrar además nuestra cercanía, acogida y apoyo a las víctimas de esta violencia.
Nos unimos así con otros colectivos de la sociedad en la denuncia y en la reivindicación
de medidas sociales, legales, económicas y educativas para la erradicación de la
violencia contra las mujeres. Queremos que las familias y la sociedad en su conjunto sean
espacios libres de violencia machista.
Por nuestra parte, hemos de revisar nuestras prácticas y lenguajes, a veces ancladas
en rutinas e inercias, de modo que no sean excluyentes ni discriminatorias. Hemos de
favorecer que las comunidades cristianas sean un lugar seguro donde se garantice a las
mujeres que sufren violencia y a sus familias un lugar de protección y respeto. Y hemos
de aprovechar mejor nuestros ámbitos y recursos educativos para formar adolescentes,
jóvenes y personas adultas que, en nombre de Dios y de la dignidad humana, respeten y
promuevan la igualdad, complementariedad y sana convivencia entre mujeres y hombres.